Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

sábado, 5 de noviembre de 2016

EL ESTADO PROFUNDO

Hablando sobre teorías conspiratorias, a menudo recuerdo la situación que existía aquí en los EEUU durante la guerra fría cuando era funcionario del departamento de Estado. Muy poca gente creía que había algo como la ideología comunista. No puedes denominar a algo como conspiración cuando está ocurriendo a plena vista, cuando algo está fuera y todas las partes móviles están ahí, pero parece que muy poca gente quiere sumar dos y dos y conseguir cuatro para ver lo que realmente está sucediendo.
Cuando hablamos sobre lo que un caballero con el nombre de Mike Lofgren denominó el “Estado profundo”, o lo que Jeff Sessions, un senador desde Alabama denomina como oligarquía, o lo que otros denominan como ‘establishment’ (poder establecido), no estamos hablando de una conspiración, estamos hablando de algo que está ocurriendo a plena vista, pero la gente tampoco parece aceptar eso. La gente mira los choques, por ejemplo entre los republicanos y los demócratas y dicen: “Ah, ¡esto es política normal!”, pero no es realmente política normal cuando vemos que esto es casi un espectáculo de “Punch y Judy” entre dos rivales dentro del mismo poder establecido. Es simplemente un bando de sinvergüenzas compitiendo por privilegios contra el otro bando de sinvergüenzas, pero en todos los fundamentos de las políticas, especialmente sobre asuntos internacionales y de guerra y paz, concuerdan en todo.
Algunas personas dicen que esto es simplemente el complejo industrial militar de Eisenhower. Pero realmente es más amplio que aquello. El complejo industrial militar de Eisenhower realmente aportó el núcleo del Estado profundo, que existe a día de hoy, pero ahora es una entidad mucho más amplia. Incorpora servicios de inteligencia, aspectos financieros del gobierno en el complejo, con una gran parte de Wall Street y el Silicon Valley, la industria tecnológica de la información. Y es realmente multifacético, involucra al sistema financiero, además de una gran parte de la industria privada que incluye a los mismos medios de comunicación. Es una potencia nuclear que se auto-perpetúa con muchísimo dinero involucrado. También involucra a un montón de lobistas, especialistas en relaciones públicas y otras personas, además del “Demintern” en analogía al viejo “Comintern” comunista. Ellos sostienen la promoción de la democracia y los aspectos de cambio de régimen en la política de EEUU.
Lo que es remarcable sobre esta entidad, el Estado profundo, es que realmente no es el medio capaz para el control político democrático. Tanto si son republicanos como demócratas, la política sigue desarrollándose más o menos sin cambios.
Cuando la gente eligió a Obama, pensaban que estaban consiguiendo al anti-Bush. Pero en lugar de eso, lo que consiguieron fue un Bush análogo. Así pues, ahora, en vez de torturar a la gente, simplemente las matan con drones. Es en esencia la misma política, pero simplemente ajustada de una manera muy leve.
Creo que la cosa más importante que está sucediendo en este año 2016 es que ambos partidos, Republicanos y Demócratas, experimentaron una insurgencia. Vimos a Bernie Sanders en el partido demócrata, y a Donald Trump dentro del partido republicano. Según sabemos por los correos filtrados, Bernie fue realmente estafado en favor de Hillary Clinton, la candidata del Estado profundo. En el lado republicano, Donald Trump fue capaz de vencer al Estado profundo. Este es el motivo por el cual hay tanto terror en una parte del poder establecido a que Trump pueda salir elegido. Este es el motivo por el que tantos oficiales republicanos respaldan a Hillary con la esperanza de que puedan retener el sistema.
Creo que esta es una de las raras situaciones políticas en los EEUU, cuando votar puede marcar realmente una diferencia.

martes, 1 de noviembre de 2016

HILLARY CLINTON DELATA LA AGENDA OCULTA DEL NUEVO ORDEN MUNDIAL PARA LA RELIGIÓN

“Los códigos culturales profundamente arraigados, las creencias religiosas y las fobias estructurales han de modificarse. Los gobiernos deben emplear sus recursos coercitivos para redefinir los dogmas religiosos tradicionales”. 
Estas palabras de Hillary Clinton, pronunciadas públicamente y sin tapujos en un simposio pro abortista, han dejado a más de uno con la boca abierta.

¿Reformar coercitivamente las religiones? ¿Dónde queda entonces la libertad religiosa? ¿Modificar las identidades culturales? ¿Dónde queda entonces la libertad, simplemente, de existir? Semejantes intenciones, en boca nada menos que de la principal candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos, deberían haber abierto un fuerte debate. No ha sido así. Muy significativamente, los principales medios de comunicación en todo occidente han preferido silenciar el asunto. Revelador.

¿Qué significa eso que ha dicho Hillary Clinton? Uno, que los “códigos culturales profundamente arraigados”, esto es, las identidades culturales tradicionales, son en realidad nidos de “fobias estructurales”, es decir, prejuicios que es justo y razonable eliminar. Dos, que dentro de esas “fobias estructurales” están “los dogmas religiosos tradicionales”. Tres, que los gobiernos, el poder público, están legitimados para utilizar su fuerza coercitiva contra los dogmas religiosos y las identidades culturales.

Cuando se repara en que esa fuerza coercitiva es, en plata, el “monopolio legal de la violencia”, uno frunce inevitablemente el ceño en un gesto de preocupación. Cuando además se constata que las “fobias” y los “dogmas” son los principios tradicionales de la civilización occidental, es decir, la filosofía natural (por ejemplo, el derecho a la vida), entonces la preocupación asciende hasta la alarma. Lo que Hillary Clinton ha expresado es un proyecto político totalitario de ingeniería social y cultural. Ni más, ni menos.

Ese proyecto ya está en marcha

¿Sorprendente? En realidad, no tanto. Esos tópicos no son nuevos: circulan en la ideología moderna desde la revolución francesa. Por otro lado, guardan perfecta consonancia con lo que hemos venido viendo en occidente en los últimos veinticinco años, desde la caída del Muro de Berlín en 1989: los programas de ingeniería social de la ONU –con frecuencia avalados por los Estados Unidos-, las políticas abortistas y homosexualistas adoptadas por casi todos los países europeos y el desmantelamiento de las identidades étnicas en el espacio occidental. Hillary Clinton se ha limitado a hacer patente lo que ya estaba latente.

Estas palabras de Hillary Clinton han sido interpretadas en clave estrictamente norteamericana: son un proyecto de ingeniería social –más bien diríamos espiritual- en un país que se precia de haber nacido sobre la base de la libertad religiosa. Es cierto que, en el contexto norteamericano, semejantes ideas no dejan de ser una rectificación de la propia identidad fundacional del país, de manera que es comprensible el estupor de muchos. Sin embargo, los propósitos de Clinton forman parte de los temas habituales de la izquierda yanqui desde 1968. Por así decirlo, lo que hemos visto ahora es su “puesta de largo”, su transformación en programa político sin camuflajes.

Del mismo modo, muchos observadores han visto en estas declaraciones de Hillary Clinton una especie de declaración de guerra contra el cristianismo. Es también una perspectiva correcta, pero incompleta: la guerra no atañe sólo a las religiones tradicionales, sino que se extiende, como dice la propia señora Clinton, a los “códigos culturales arraigados”. Es decir que toda identidad cultural histórica, sean cuales fueren su espacio y naturaleza, deben también ser reformadas coercitivamente por el poder público. No es sólo la religión la que corre peligro; la amenaza se extiende a cualquier rasgo identitario que no encaje con el programa del “tiempo nuevo” marcado por la globalización y su potencia hegemónica, que son los Estados Unidos de América.

¿Y los europeos qué hacemos? En general, seguir la estela. Bien es cierto que el camino presenta complicaciones inesperadas y éstas han tardado poco en surgir. Es francamente difícil mantener la cohesión social en un contexto de desmantelamiento de los “códigos culturales profundamente arraigados”. A este respecto la experiencia francesa es sumamente interesante: desde los años 80, Francia ha vivido un proceso de construcción de una nueva identidad sobre la base de la llamada “identidad republicana” que, en la práctica, ha consistido en la destrucción de los referentes clásicos de la nación y su sustitución por dogmas nuevos. “Francia –decía De Gaulle- es una nación europea de raza blanca y religión cristiana”. Empezó a dejar de serlo muy poco después de la muerte del general. El europeísmo se convirtió en una suerte de cosmopolitismo que veía a Francia como protagonista de un mundo sin fronteras, un mundo en el que la propia Europa no es otra cosa que una región privilegiada en el contexto global.

Asimismo, cualquier factor de carácter étnico –racial, cultural, etc.- empezó a ser tabú en provecho de una sociedad de nuevo cuño edificada sobre la afluencia masiva de población extranjera. En cuanto a la religión, iba a ser sistemáticamente postergada en la estela de un laicismo radical que no ha amainado ni siquiera cuando Sarkozy, en San Juan de Letrán, descubrió ante Benedicto XVI los valores del “laicismo positivo”. El resultado ha sido una nación desarticulada en lo político, lo económico y lo social. El discurso oficial sigue caminando hacia el mismo sitio, pero la realidad social ya marcha por otra. El crecimiento del Frente Nacional no es un azar. Los políticos tratan de reaccionar adaptándose al terreno. Lo último fue ver al primer ministro Valls, que el año anterior había abierto institucionalmente el ramadán, reivindicar ahora el carácter inequívocamente cristiano de Francia. Quizá demasiado tarde.

Sea como fuere, lo que ha expuesto la candidata demócrata a la presidencia de los Estados Unidos es mucho más que una declaración de intenciones: Es cabalmente el programa del nuevo orden mundial, que para imponerse sin grandes resistencias necesita, precisamente, derruir los arraigos culturales y las religiones tradicionales. Era inevitable que alguien terminara invocando la fuerza del Estado para ejecutar coercitivamente la operación. Hillary Clinton lo ha hecho. La izquierda europea, muy probablemente, se subirá al carro. Así veremos a nuestra izquierda respaldar la política mundialista en nombre del progreso. Las vueltas que da la vida…

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