Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

viernes, 5 de junio de 2015

Los oscuros Tratados comerciales que nos impone la Comisión Trilateral

La mayoría de gente ha oído hablar poco del poder que tiene la Comisión Trilateral.

Para destacar su importancia y significado, recordemos una entrevista de 1978, realizada por el reportero Jeremiah Novak. Novak hablaba con dos miembros estadounidenses de la Comisión Trilateral, un grupo fundado en 1973 por David Rockefeller y por su lacayo intelectual, Zbigniew Brzezinski.
NOVAK: Sí, pero ¿por qué el presidente Carter no le dice al pueblo estadounidense que el poder económico y político de los EEUU está siendo coordinado por la Comisión Trilateral? Después de todo, si la política de Estados Unidos se está realizando a nivel multinacional, la gente debe saberlo.
RICHARD COOPER [miembro de la Comisión Trilateral]: El presidente Carter y el Secretario de Estado Vance han aludido constantemente a esto en sus discursos.
KARL KAISER [miembro de la Comisión Trilateral]: Simplemente, el tema no ha salido a colación.
Esta pequeña conversación resume claramente el nivel de arrogancia de los miembros de la Comisión Trilateral, capaces de aceptar durante una entrevista, con toda la naturalidad del mundo, que el gobierno de Estados Unidos estaba siendo controlado por ellos.



Desde entonces, la Comisión Trilateral ha determinado el progreso de los tratados comerciales que han cambiado el mundo y que lo cambiarán en el futuro: el NAFTA (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) , el GATT (Acuerdo General sobre Aranceles Aduaneros y Comercio, que sentó las bases para la Organización Mundial del Comercio), el CAFTA (Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana), y ahora, el TPP (Acuerdo Estratégico Trans-Pacífico de Asociación Económica) y el TTIP ( Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión), que se están negociando en secreto entre múltiples naciones con un peso determinante en el comercio y el PIB mundial.



A continuación transcribimos 2 citas de miembros clave de la Comisión Trilateral, que reflejan claramente el tipo de objetivos globalistas que persigue esta oscura entidad:

Zbigniew Brzezinski
“El Estado-nación como unidad fundamental de la vida organizada del hombre ha dejado de ser la principal fuerza creativa: Los bancos internacionales y las corporaciones multinacionales están actuando y la planificando el futuro en términos que son mucho más avanzados que los conceptos políticos de la nación-estado” – Zbigniew Brzezinski, 1969.
Recordemos que Brzezinski fue el mentor en política exterior de Obama después de que Obama ganara la presidencia en 2008.

Cualquier duda sobre los objetivos de la Comisión Trilateral es contestada por el propio David Rockefeller, su fundador, en sus Memorias del año 2003:

David Rockefeller
“Algunos incluso creen que somos parte de una cábala secreta que trabaja contra los mejores intereses de los Estados Unidos; calificando a mi familia ya mí mismo como ‘internacionalistas’ y acusándonos de conspirar con otros alrededor del mundo para construir una estructura política y económica global más integrada en un mundo unificado. Si ese es el cargo, me declaro culpable y estoy orgulloso de ello”.
Que nadie se deje engañar por expresiones grandilocuentes. Cuando Rockefeller habla de “estructura política y económica global más integrada en un mundo unificado”, de lo que está hablando es de dominación a las poblaciones de todo el mundo a través de las grandes corporaciones.

La Comisión Trilateral sigue dominando todos estos resortes para diseñar el mundo futuro para que sirva a sus intereses.

El actual representante de Comercio de Estados Unidos (nombrado por Obama en 2013), y que es responsable de la negociación del TPP con otras 11 naciones, es Michael Froman, un ex miembro de la Comisión Trilateral.

Michael Froman
Que nadie se deje engañar por la expresión “ex miembro”. Los miembros de la Comisión Trilateral dimiten cuando toman posiciones en el Poder Ejecutivo del gobierno. Y cuando al final sirven en posiciones vitales, como la de representante comercial estadounidense, que no llegan allí por accidente. Están allí siguiendo una agenda específica.

De todos los objetivos que tiene la Comisión Trilateral, los tratados que actualmente está impulsando, es decir, el TTIP y el TPP, son elementos cruciales y prioritarios en su esfuerzo por favorecer los intereses de las grandes corporaciones que deben sustituir a los gobiernos como herramientas de poder.

Una de las megacorporaciones que más favorecidas son por la Comisión Trilateral, es Monsanto.

De 2001 a 2008, un hombre llamado Islam Siddiqui fue un lobbysta acérrimo encargado de defender los intereses de Monsanto, BASF, Bayer, Dow, DuPont y Syngenta, las mayores y más agresivas corporaciones de biotecnología del mundo, siendo vicepresidente de CropLife America.



El 21 de octubre de 2011, Obama nombró a Siddiqui Jefe Negociador Agrícola del gobierno federal, y sirvió en esa posición hasta que renunció el 12 de diciembre de 2013. Durante su mandato, Siddiqui, hombre de Monsanto, negoció a fondo los acuerdos del TPP.

El 22 de abril de 2009, Siddiqui había realizado una conferencia para la prensa titulada falsamente “la Revolución Verde”:

Islam Siddiqui
“Lo que necesitamos ahora en el siglo XXI es otra revolución, no llevada a cabo de forma convencional. Necesitamos usar las tecnologías del siglo XXI, incluida la biotecnología, la tecnología de mejora genética y las tecnologías más avanzadas de la biología molecular. Los productos químicos, los pesticidas, ahora dejan una menor huella en el medio ambiente, son más verdes, en términos de los efectos adversos y los efectos ecológicos. Y también son probados más a fondo”.
Siddiqui es un profesional de la desinformación.

Por ejemplo, el pesticida más utilizado del mundo, desplegado conjuntamente con los cultivos transgénicos de Monsanto, está “siendo probado tan a fondo” para garantizar su seguridad, que ahora ha sido declarado probable carcinógeno por la Organización Mundial de la Salud. Obviamente estamos hablando del tristemente famoso Roundup.

Probablemente, la función de Siddiqui al negociar los intereses de Estados Unidos en el TPP, era la de favorecer a las grandes industrias norteamericanas de la biotecnología, y a todas las empresas que se ganan la vida vendiendo cultivos y semillas Genéticamente Modificadas (OGM), junto con sus pesticidas.

¿Cuál será el resultado de la participación de Siddiqui en las negociaciones de estos tratados? Pues que naciones que se resistan a la importación de alimentos OGM serán demandadas en tribunales privados, por interferir con el “libre comercio”.

Este es el objetivo primordial que tienen el TPP y el TTIP.



Consideremos un ejemplo concreto reciente, el movimiento de rechazo en el condado de Maui en Hawai, donde en las últimas elecciones, los ciudadanos votaron por bloquear los experimentos con cultivos OGM y sus pesticidas asociados, hasta que una investigación independiente pudiera evaluar los efectos sobre la salud de esas actividades al aire libre.

Monsanto demandó la suspensión inmediata de esas iniciativas votadas democráticamente en las urnas y consiguió una medida cautelar, con lo que el caso y la oposición popular, han quedado paralizados en la corte federal desde entonces.

Esto es a pequeña escala lo que le espera al mundo con los tratados TPP y TTIP.



Bajo el TPP, todas aquellas acciones exitosas de las comunidades locales contra el cultivo y uso de transgénicos y sus pesticidas en cualquiera de los 12 países que han acordado el tratado, serán consideradas un obstáculo al libre comercio; y en vez de provocar una batalla judicial pública, las empresas podrán simplemente demandar (o amenazar con demandar) en un tribunal privado al país que se oponga a sus intereses, automáticamente derrotando a las comunidades locales y ganando el juicio.



De hecho, los intentos por etiquetar los alimentos OGM, y todas las leyes anteriores que obligan al etiquetado de estos productos en varios países, podrían ser canceladas de manera arbitraria.

Consideremos la reciente acción de los Representantes de Comercio de Estados Unidos en Europa. Durante la negociación del TTIP, los congresistas republicanos del Comercio presionaron a la Unión Europea (UE) para modificar su postura sobre los pesticidas.



The Guardian (22 de mayo de 2015) plasmó los hechos así:
“La Unión Europea ha dejado renunciado a las leyes contra los pesticidas debido a la presión de Estados Unidos sobre el TTIP. Los funcionarios de comercio de Estados Unidos empujaron a la UE a dejar de lado toda acción contra los productos químicos que actúan como disruptores endocrinos relacionados con el cáncer y la infertilidad masculina para facilitar el progreso del acuerdo de libre comercio”.
Lo más grave es que esta acción represiva y criminal se ha producido sin que tan siquiera el tratado haya sido ratificado. La presión para que se alcance un acuerdo que beneficie a las grandes corporaciones, ha pasado por encima de los efectos tóxicos que puede tener sobre la población el uso de productos químicos que provocan infertilidad masculina y cáncer.

Este es el respeto que tienen los gobernantes y los políticos norteamericanos y europeos hacia las poblaciones que dicen representar.

Este es el tipo de juicios que podemos esperar, cuando el TTP y el TTIP sean ratificados.

Esta es la cara de globalismo corporativo.

Esta es la cara de la Comisión Trilateral globalista.

Recientemente, el senador Jeff Sessions rompió el código de silencio sobre lo que representa el Tratado TPP. Su revelación más impactante fue sobre los “acuerdos en vivo”.

Jeff Sessions
Los acuerdos en vivo son cambios arbitrarios que se pueden hacer en el tratado sin consultar al Congreso, después de que el tratado haya sido ratificado.

En otras palabras, el tratado es el tratado hasta que no lo es, hasta que se convierte en algo más, en algo diferente, algo peor, algo que permite a las mega-corporaciones obtener un poder aún mayor grado que el que se negoció previamente.

Barbara Chicherio ofrece una poderosa idea de lo que está por venir si el TPP (y el TTIP) son ratificados:
“Los acuerdos comerciales nos dejan una historia de desplazamientos de los pequeños agricultores y de destrucción de las economías locales de producción de alimentos. Diez años después de la aprobación del TLCAN (Tratado de Libre Comercio de América del Norte) 1,5 millones de agricultores mexicanos se fueron a la quiebra porque no podían competir con el maíz estadounidense altamente subsidiado, que entraba a raudales en el mercado mexicano.
En los mismos 10 años, México pasó de ser un país que prácticamente producía la totalidad de su propio maíz, a convertirse en un país que importa ahora al menos la mitad de este alimento básico. Con ello, los consumidores mexicanos están pagando precios más altos por el maíz transgénico de Monsanto”.
Pero no se trata sólo de los productos OMG.

Supongamos que una compañía farmacéutica de Estados Unidos decide exportar un nuevo fármaco a Japón, a Australia o a Canadá, todos ellos miembros del TPP. Y supongamos que ese medicamento es altamente tóxico. Supongamos que los gobiernos respectivos de esas naciones se oponen a importar el medicamento tóxico. Gracias al TPP, La compañía estadounidense podría demandar y ganar un juicio, obtener una gran indemnización y obligar a esos países a importar el medicamento tóxico de todos modos.



Como he escrito en artículos anteriores, los detalles de las negociaciones del TPP y el texto del TPP son secretos, así como sucede con el TTIP.

A los funcionarios gubernamentales de los países miembros no se les permite conocer todos los detalles del tratado, ni están autorizados a revelar lo que saben al público.

Se trata de una dictadura oligárquica de las empresas a escala global.

Aquellas personas que todavía creen que un mundo unificado, entregado por los poderes fácticos, nos dará a todos una vida mejor, más vale que dejen de creer en cuentos de hadas y que empiecen a observar la realidad de la traición que se está realizando.

La Comisión Trilateral, así como todas las entidades globalistas, tienen como objetivo destruir los derechos y el poder de todas las comunidades, y en última instancia, destruir a todas aquellas personas que todavía tengan el objetivo de defender su libertad.



Las élites, encarnadas en organismos como la Comisión Trilateral, están construyendo una auténtica pesadilla para todos nosotros, una dictadura global regida por grandes corporaciones y grandes bancos que serán propietarios de todo, incluidas nuestras propias vidas.

Que nadie se deje engañar con la oleada de propaganda que se producirá cuando traten de vendernos las bondades del TTIP…

Artículo escrito por Jon Rappoport



Fuente: https://jonrappoport.wordpress.com/2015/05/27/the-tpp-monsanto-rockefeller-trilateral-commission-brzezinski/

lunes, 1 de junio de 2015

El Estado profundo estadounidense

Desde los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 hemos venido alertando a nuestros lectores sobre la existencia en Estados Unidos de un «Estado profundo», independiente de la Casa Blanca e incluso capaz de imponer su voluntad al ejecutivo. Se trata, a nuestro modo de ver, de una noción indispensable para la comprensión de la política estadounidense. La existencia de este «Estado profundo», oficialmente reconocida por la Casa Blanca, contradice la independencia misma del poder ejecutivo estadounidense. El profesor Peter Dale Scott –quien viene estudiándolo desde hace largos años– ha sacado a la luz la actividad del «Estado profundo» en 4 acontecimientos fundamentales. A ese tema ha dedicado un libro, que acaba de salir a la venta (en francés), y también este artículo donde retoma algunos de los argumentos que expone en ese volumen.
Las instalaciones de superficie de la ciudad-bunker de Mount Weather
Hace ya cierto tiempo que vengo analizando la Historia de Estados Unidos a la luz de lo que yo llamo los «acontecimientos profundos estructurales» (APE), como el asesinato del presidente Kennedy, el caso Watergate, el escándalo Irán-Contras (o Irángate) y el 11 de septiembre de 2001. Son hechos que desde el principio parecen rodeados de misterio. Por otro lado, implican sistemáticamente la realización de actos criminales o violentos y forman parte de los procesos clandestinos de los servicios de inteligencia. Por último, la consecuencia de esos hechos es que extienden la parte secreta del Estado y posteriormente dan lugar a todo tipo de disimulaciones sistemáticas en los grandes medios de prensa y en los archivos internos del gobierno [1].

A medida que profundizaba en el estudio de esos hechos, noté que compartían muchos puntos comunes. Eso refuerza la posibilidad de que esos hechos no sean resultado de intrusiones externas y fortuitas en la Historia de Estados Unidos sino más bien fruto de un proceso endémico y que provengan de una fuente común [2].

Existe, por ejemplo, un factor común entre el asesinato de Kennedy, el Watergate, el escándalo Irángate y el 11 de septiembre. Ese factor común es la implicación, entre bastidores, de individuos que participaron en el plan más secreto e importante de Estados Unidos para el manejo de situaciones de crisis.

Desde los años 1950, ese plan se conoce como programa de «Continuidad del Gobierno» (Continuity of Government o COG), más comúnmente designado en el Pentágono como «Proyecto Juicio Final». Como supervisores de la planificación altamente confidencial de la COG, un restringido número de sus planificadores lograron alcanzar altas responsabilidades. Ejemplo de ello son Donald Rumsfeld y Dick Cheney. Otros individuos, a quienes también mencionaré en este artículo, operaron en niveles inferiores de la red secreta de comunicaciones de ese programa.

Yo veo ese círculo de planificadores de la COG como uno de los numerosos elementos de lo que he optado por llamar el «Estado profundo estadounidense». También pertenecen a este Estado profundo agencias como la CIA y la NSA [3] y empresas privadas como Booz Allen Hamilton, que absorben –como contratistas– más de la mitad del presupuesto de los servicios de inteligencia estadounidenses [4]. Este Estado profundo incluye, finalmente, los poderosos bancos y otras multinacionales, cuyos intereses y opiniones están ampliamente representados dentro de la CIA y la NSA. Más que un elemento entre otros dentro de ese sistema de gobierno oculto, el grupo de planificación de la COG es particularmente específico ya que dispone del control exclusivo de un canal de comunicaciones que escapa al control del gobierno. Esa red puede penetrar hasta lo más profundo de la estructura social de Estados Unidos y manipularla o perturbarla de forma duradera. Estos temas aparecen analizados más detalladamente en mi libro, publicado en mayo de 2015, L’État profond américain.

La planificación de la COG fue autorizada inicialmente por los presidentes Truman y Eisenhower como preparación preventiva ante las consecuencias que podía tener un ataque atómico devastador que lograse decapitar el gobierno estadounidense. Por consiguiente, el grupo a cargo del desarrollo de la COG se planteó la adopción de medidas extremas, que incluyen lo que el periodista Alfonso Chardy llamó en 1987 la «suspensión de la Constitución» [5]. Sin embargo, en el caso del escándalo Irán-Contras (o Irángate), su red secreta de comunicaciones –que debía activarse sólo en caso de decapitación catastrófica del Estado– en realidad fue utilizada para burlar un embargo oficial sobre las ventas de armas a Irán, embargo que estaba en vigor desde 1979. El objetivo del presente artículo es estudiar la posibilidad de que esa red confidencial haya sido utilizada, no en función de sus objetivos supuestos sino de manera igualmente maliciosa, en noviembre de 1963, en el asesinato del presidente Kennedy.

Existe una abundante documentación sobre el uso ilícito de ese sistema alternativo de comunicaciones durante el caso Irán-Contras. El teniente coronel Oliver North supervisó las ventas de armas a Irán utilizando sus prerrogativas como oficial del Consejo de Seguridad Nacional a cargo de la planificación de la COG, bajo la cobertura de un Buró de Programación Nacional, supervisado a su vez por el entonces vicepresidente George Bush padre [6]. De esa manera, North y sus superiores podían utilizar la red de crisis de la COG, entonces designada como Flashboard, para organizar las ventas de armas a Irán, ya que era necesario ocultarlas no sólo al público sino también a otros sectores de la burocracia de Washington. Por consiguiente, cuando North enviaba a la embajada de Estados Unidos en Lisboa instrucciones urgentes sobre aquellas entregas de armas –órdenes que violaban directamente el embargo que prohibía dichas ventas– lo hacía utilizando el sistema Flashboard para evitar que lo supiesen el embajador y otros funcionarios hostiles.

El ejemplo documentado del caso Irán-Contras me permite aclarar tanto lo que pienso de quienes utilizaron la red de la COG como lo que no pienso sobre ellos. En primer lugar, no creo que un solo «equipo secreto» –para retomar la expresión del ex oficial del Pentágono L. Fletcher Prouty– haya utilizado durante décadas el sistema de la COG para manipular el gobierno de Estados Unidos desde el exterior. No existe, en el caso Irán-Contras, prueba alguna de que los superiores de North estuviesen al tanto de lo que hacía el teniente coronel. La única excepción era el director de la CIA, William Casey, y probablemente también lo sabía el entonces vicepresidente George Bush padre.

El hecho es que, en el caso Irán-Contras, un círculo muy restringido de altos responsables tenía acceso a una red secreta de alto nivel no sujeta a la supervisión gubernamental y la utilizó para poner en marcha un programa que contradecía la política oficial del Estado federal. Los miembros de ese círculo cedieron a la tentación de utilizar esa red altamente segura, que había sido concebida con otros fines. En mi libro La Route vers le nouveau désordre mondial [En español, “El camino hacia el nuevo desorden mundial”] explico que ese sistema fue utilizado nuevamente el 11 de septiembre de 2001 en función de la aplicación de las órdenes cruciales sobre las cuales la Comisión investigadora de esos acontecimientos no pudo encontrar ningún archivo [7]. No sabemos si ese dispositivo fue utilizado entonces para alcanzar objetivos ilícitos, como efectivamente sucedió en el caso Irán-Contras.

Lo cierto es que el programa de la red de crisis de la COG sobrevivió al despido de Oliver North por parte del presidente Reagan –en 1986–, como consecuencia del escándalo Irángate. En efecto, el desarrollo secreto de esa red prosiguió durante décadas. Se financió con varios miles de millones de dólares y un equipo, entre cuyos miembros se contaban Dick Cheney y Donald Rumsfeld, la supervisó entre 1982 y el año 2000.

Es importante subrayar que la participación de Dick Cheney y Donald Rumsfeld en ese comité se prolongó bajo 3 presidentes –Reagan, Bush padre y Bill Clinton– aunque ninguno de los dos ocupó funciones gubernamentales bajo la administración Clinton. Esa continuidad fue fundamental para un círculo tan secreto que existe muy poca documentación de archivo sobre sus actividades. Los planes de la COG fueron aplicados oficialmente por primera vez el 11 de septiembre de 2001, por parte del vicepresidente Cheney y del secretario de Defensa Rumsfeld –precisamente los dos hombres que los habían desarrollado a lo largo de 20 años. [8]

Estuviesen o no al tanto de lo que sucedía en el momento del caso Irán-Contras, lo cierto es que Cheney y Rumsfeld formaban parte del comité de planificación de la COG precisamente mientras North utilizaba esa red para vender armas a Irán. Aunque no existe un vínculo tan evidente como este entre el desarrollo de ese programa y el Watergate, salta a la vista la implicación de varios elementos de la COG.

En efecto, James McCord, uno de los “fontaneros” del Watergate, era miembro de una pequeña unidad de la reserva de la US Air Force en Washington, unidad que dependía del Buró de Preparación de Urgencia (Office of Emergence Preparedness, OEP). La misión de aquella unidad consistía en «elaborar una lista de extremistas y tomar medidas de crisis (…) en periodo de conflicto armado» [9]. La unidad de McCord era parte del Programa de Seguridad de la Información en Tiempo de Guerra (Wartime Information Security Program, WISP). Estaba encargada de activar «los planes de urgencia para imponer la censura de prensa, del correo y de todas las telecomunicaciones (incluyendo las del gobierno), [así como la] detención preventiva de los civiles que representen “riesgos en materia de seguridad” internándolos en “campamentos” militares» [10]. Además, John Dean –quien fue probablemente el personaje central del Watergate– había participado en actividades secretas de la COG cuando fungía como adjunto del secretario de Justicia [11].

En el caso del asesinato del presidente Kennedy, me gustaría concentrarme en 2 individuos que trabajaron para la red de comunicaciones del Buró de Planificación de Urgencia (Office of Emergency Planning, OEP), rebautizado en 1968 como «Buró de Preparación de Urgencia» (la estructura de la que dependía James McCord). En 1982, volvió a cambiar de nombre y se convirtió en el «Buró de Programación Nacional» (National Program Office, NPO), donde Oliver North actuaba como el oficial especial del Consejo de Seguridad Nacional [12].

El primero de esos dos individuos es Winston Lawson. El día del asesinato de Kennedy, en Dallas, Winston Lawson era el “explorador” del Servicio Secreto [13] encargado de controlar –desde el auto que encabezaba la caravana presidencial– los canales de radio de su agencia activados en dicho convoy.

El otro individuo es Jack Crichton, un oficial de la reserva de la Inteligencia Militar. Junto al subdirector del Departamento de Policía de Dallas (DPD), George Lumpkin, este Jack Crichton seleccionó al intérprete de idioma ruso utilizado en el primer interrogatorio de Marina Oswald por la policía de Dallas. Marina Oswald era la esposa rusa de Lee Harvey Oswald, designado como presunto asesino del presidente Kennedy. Como veremos, las declaraciones de Marina Oswald en ese interrogatorio conducido por la policía de Dallas fueron falsificadas [14].

Lawson se ganó las críticas de los investigadores sobre el asesinato de Kennedy tanto por su extraña manera de actuar, antes y después de ese hecho, como por sus falsas declaraciones posteriores, realizadas algunas bajo juramento. Por ejemplo, después del asesinato, Lawson informó que varias motocicletas de la policía debían ser inicialmente desplegadas «a los lados derecho e izquierdo del automóvil del presidente» [15]. Sin embargo, en la mañana del 22 de noviembre, las órdenes iniciales fueron modificadas [16] de tal manera que las motocicletas rodaban «sólo detrás del vehículo presidencial» –como el propio Lawson afirmó ante la Comisión Warren [17]. El capitán Lawrence, funcionario de la policía de Dallas, declaró como testigo que las escoltas motorizadas que debían posicionarse a los lados del automóvil de Kennedy fueron redesplegadas detrás del vehículo por orden de Lawson [18]. Aquel cambio en el emplazamiento de la escolta motorizada dejó al presidente más expuesto a un posible fuego cruzado.

En la madrugada del 22 de noviembre, hallándose en el aeropuerto Love Field de Dallas, Lawson instaló en el vehículo que encabezaría la caravana presidencial la base del dispositivo de radio, cuyas frecuencias utilizaron todos los agentes del Servicio Secreto que operaban en el cortejo presidencial. Manejado por la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (White House Communications Agency, WHCA), ese canal de radio fue utilizado para tomar decisiones claves antes y después del asesinato de Kennedy. Sin embargo, contrariamente a los canales 1 y 2 del Departamento de Policía de Dallas, sus archivos nunca fueron entregados a la Comisión Warren ni a ninguna otra investigación posterior. Si la WHCA mantuvo en secreto esa grabación no fue porque careciese de importancia sino porque contenía informaciones extremadamente importantes.

Esta Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA) se jacta en su sitio web de haber sido «un actor fundamental en la documentación del asesinato de Kennedy» [19]. Pero resulta difícil entender para quién se hizo esa compilación de archivos y por qué la Comisión Warren, el HSCA (House Select Committee on Assassinations) y el ARRB (Assassinations Records Review Board) no pudieron tener acceso a ella –lo cual es injustificable [20]

Como han escrito varios autores, la grabación de la WHCA contiene la «clave» del misterio nunca resuelto sobre quién fue el desconocido que, después de los disparos que abatieron al presidente Kennedy, redirigió el cortejo presidencial hacia el hospital Parkland. La importancia de esa orden aparentemente simple –sobre la cual existen muchos testimonios contradictorios– salta a la vista cuando leemos en la retranscripción de la comunicación radial de la policía de Dallas las insistentes órdenes de «cortar toda la circulación para la ambulancia que se dirige a Parkland código 3» [21]. Pero aquel vehículo no tenía nada que ver con el asesinato del presidente, que todavía no había sido anunciado en la radio del Departamento de Policía de Dallas. En realidad, aquella ambulancia había sido movilizada, 10 minutos antes de los disparos contra Kennedy, para socorrer a alguien que supuestamente se hallaba frente al Depósito de Libros Escolares de Texas (TSBD) y de quien se creía que había sufrido un ataque de epilepsia [22].

Lawson dijo después al Servicio Secreto que había oído a través de la radio «que [el cortejo] tenía que ir al hospital más próximo». También escribió que había «pedido al oficial Curry que se asegurara de que se avisara al hospital» y de que el «vehículo que encabezaba [el cortejo] ayud[ara] las motos a escoltar al presidente hasta (…) Parkland» [23]. Dicho de otra manera, después de haber oído algo en la transmisión de la WHCA, Lawson hizo que la limusina del presidente siguiera el itinerario ya abierto para el supuesto epiléptico. (En su testimonio, muy preciso, ante la Comisión Warren, Lawson no da ninguna información sobre el hecho que aquel itinerario se había abierto con anterioridad. Por el contrario, declaró que el cortejo tenía que «detener autos, [que sus miembros] sacaban [las] manos por las ventanillas y hacían sonar sirenas y cláxones para abrirse paso» [24].

El canal de radio de la WHCA que utilizaron Lawson y sus colegas estaba en contacto directo con la base de esa misma agencia en Mount Weather, Virginia. Se trataba de la instalación militar de la red de la COG. Desde ese lugar, las comunicaciones del Servicio Secreto se retransmitían a la Casa Blanca a través de los «numerosos sistemas de comunicaciones que conectan Mount Weather con la Casa Blanca y con “Raven Rock” –el “Pentágono subterráneo” situado 100 kilómetros al norte de Washington– al igual que con prácticamente cada unidad del US Army desplegada a través del mundo» [25].

Jack Crichton, el jefe de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar en Dallas, también era parte de esa red de la COG dirigida desde la base de Mount Weather. Crichton estaba en aquel entonces a cargo de la inteligencia en el seno de la Protección Civil de Dallas, que tenía su base en un Centro de Operaciones de Crisis subterráneo (Operating Emergency Center, OEC). Como informó Russ Baker, «dado que debía permitir garantizar la “Continuidad del Gobierno [COG] en caso de ataque, [el OEC] había sido completamente equipado con material de comunicaciones» [26]. Hoy en día, todos recuerdan con hilaridad aquel programa, que aconsejaba a los niños meter la cabeza debajo de sus mesas en caso de ataque nuclear [27]. Pero en 1963, la protección civil era una de las responsabilidades de crisis confiadas al Buró de Planificación de Urgencia (OEP). Y es por esa razón que Jack Crichton y el agente Lawson del Servicio Secreto podían estar en contacto directo con la red de comunicaciones de urgencia del OEP, con sede en Mount Weather.

Jack Crichton resulta muy interesante ya que, junto al subdirector del Departamento de Policía de Dallas George Lumpkin, fue quien designó al intérprete –proveniente de la comunidad de rusos de derecha– para interrogar a Marina Oswald (Lumpkin era también oficial miembro de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar). El intérprete designado fue Ilya Mamantov, quien tradujo las declaraciones de Marina Oswald durante su primer interrogatorio –el 22 de noviembre– en el Departamento de Policía de Dallas. Las declaraciones atribuidas a Marina Oswald en aquel primer interrogatorio fueron utilizadas rápidamente para respaldar lo que yo llamo «el relato primario», donde se afirmaba que Rusia y/o Cuba estaban detrás del asesinato de Kennedy. Aún hoy, ciertas fuentes de la CIA todavía sostienen esas acusaciones.

Como resumió el FBI, la versión que dio Mamantov del testimonio de Marina Oswald vinculó a Lee Harvey Oswald con un arma que había adquirido en la URSS:
«Marina Oswald indicó que Lee Harvey Oswald poseía un fusil que había utilizado en Rusia alrededor de un año antes. En el garaje [de la casa de Ruth Paine,] ella vio lo que presumió fuera la misma arma en una sábana (…) Marina Oswald declaró que, el 22 de noviembre, le mostraron un fusil en el Departamento de Policía de Dallas (…) Afirmó que era de color oscuro como el que ella había visto, pero que no recordaba su tamaño.» [28].
Esos detalles tan específicos –según los cuales Marina había declarado haber visto un fusil oscuro y sin mira telescópica– fueron confirmados en una declaración bajo juramento, firmada por la interesada y por Mamantov [29] y recogida por el oficial del Departamento de Policía de Dallas B.L. Senkel [30]. Fueron nuevamente corroborados por Ruth Paine, quien había asistido a la entrevista con Mamantov [31]. Fueron igualmente confirmados la noche siguiente al término de un nuevo interrogatorio a Marina Oswald, realizado por el Servicio Secreto y traducido por Peter Gregory –muy amigo de Mamantov. Pero una transcripción de esa entrevista revela que la fuente de aquellos detalles no fue Marina Oswald sino el propio Gregory:
«(P): “¿Qué arma era? ¿Un fusil o una pistola? Simplemente, ¿qué tipo de arma era? ¿Puede ella responder a esta pregunta?”
(R) “Era un arma.”
El señor Gregory le preguntó: “¿Puede usted describirla?”
OBSERVACIÓN: [Marina Oswald:] “No puedo describirla porque para mí todos los fusiles se parecen.”
Traducción de Gregory: “Dice que no puede describirla. Era una especie de fusil oscuro, como cualquier otro fusil corriente…”
[Marina,] en ruso: “Tenía una prominencia (o un abultamiento pero nunca vi la mira a través [de la sábana].”
Traducción de Gregory: “Dice que había un abultamiento pero que no había mira –no tenía mira para apuntar.”» [32].
No sólo debemos concluir de esto que Gregory falsificó el testimonio de Marina («todos los fusiles se parecen») sino que su amigo Mamantov hizo lo mismo. Ante la Comisión Warren, Mamantov afirmó después, no menos de 7 veces, que Marina había utilizado la palabra «oscuro» para describir aquel fusil.

En Dallas, otros testigos declararon que el arma de Oswald no tenía mira telescópica hasta que el mismo Oswald encargó a Dial Ryder, un armero de esa ciudad, que le instalara una. El Informe Warren refutó de manera elaborada esa afirmación, a pesar de que había sido corroborada, y sus autores concluyeron que «la autenticidad de la factura de reparación» utilizada para probar esto «suscitaba serias dudas» [33].

Ese punto en específico nos permite deducir lo que la Comisión Warren no quería ver: los indicios de un complot tendente a deformar los testimonios de Marina y, potencialmente, a asimilar el arma de Lee Harvey Oswald a un fusil oscuro y sin mira telescópica que tenía en la URSS. El hecho que Mamantov deformara así las palabras de Marina nos lleva a preguntarnos por qué Jack Crichton y el subdirector del Departamento de Policía de Dallas George Lumpkin –oficiales ambos de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar– designaron a este individuo como intérprete de Marina. Esa preocupación se refuerza ante el hecho que B.L. Senkel, el oficial del Departamento de Policía de Dallas que recogió bajo juramento el testimonio de Marina, tenía como pareja al policía F.P. Turner. Fue este último quien obtuvo la controvertida factura de reparación del fusil [34], y Senkel y él mismo habían pasado la mayor parte del 22 de noviembre con el subdirector Lumpkin. En efecto, Senkel y Turner acompañaban al subdirector Lumpkin en el vehículo de mando del cortejo presidencial mientras Lumpkin se comunicaba con Winston Lawson, quien se hallaba en el vehículo que encabezaba la caravana, rodando detrás de ellos.

Todo ello me hace pensar que, en los actos de Crichton y Lawson –de quienes ya sabemos que eran parte de la red de comunicaciones de crisis de la COG en Dallas–, podemos notar un conjunto de comportamientos sospechosos que implican a Lumpkin y a otros sectores, o lo que podríamos calificar como comportamientos de conspiradores. Esos repetidos intentos de implicar a Oswald en un «relato primario» que acusaba a la URSS de estar detrás del asesinato de Kennedy me llevan a proponer una hipótesis sobre la cual no dispongo de prueba ni de explicación alternativa: es posible que alguien, a través de la red de la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA), haya sido la fuente que describía un sospechoso exactamente con las mismas características físicas erróneas (178 centímetros de estatura y 75 kilogramos de peso) que aparecían en los expedientes del FBI y de la CIA sobre Lee Harvey Oswald. Esta descripción física errónea constituye un elemento importante pero no se ha explicado nunca.

Hay que subrayar que no se conoce ninguna otra fuente que haya atribuido a Oswald tales características físicas, muy precisas, después del asesinato de Kennedy. Por ejemplo, cuando fue arrestado e inculpado en Dallas –el mismo día del asesinato– la policía lo fichó como un individuo de 1 metro 75 centímetros y 59 kilogramos de peso en el registro que acompaña sus huellas digitales [35]. La primera referencia a 1 metro 78 centímetros de estatura y 75 kilogramos de peso provenía de su madre Marguerite, quien lo describió así al agente del FBI John Fain, en mayo de 1960, cuando su hijo residía en Rusia [36].

Después de los disparos contra Kennedy, el oficial del Departamento de Policía de Dallas que dio aquella descripción errónea a través del canal de radio de la policía fue el inspector Herbert Sawyer, quien supuestamente oyó esa descripción frente el Depósito de Libros Escolares de Texas pero fue incapaz de identificar ni describir al testigo fuente de tal descripción [37]. Los autores del Informe Warren afirmaron categóricamente que esa fuente era Howard Brennan [38]. Según ellos, en la tarde del 22 de noviembre, Brennan «identificó a Oswald durante la sesión de identificación como la persona que más se parecía [al tirador] de la ventana. Pero declaró que no podía identificarlo formalmente» [39]. Existen, sin embargo, muchas razones para dudar de esas acusaciones, empezando por las contradicciones que aparecen en los testimonios del propio Brennan –como cuenta Anthony Summers en su libro Conspiracy, pp.109-10. Por otro lado, el experto Ian Griggs afirmó con argumentos sólidos que Brennan nunca vio a Oswald aquella noche en la sala de identificación del Departamento de Policía de Dallas (Archivos de la policía sitúan a Oswald en 3 sesiones de identificación el 22 de noviembre, lo cual corroboran varios testimonios. Pero no podemos encontrar pruebas de que Brennan haya participado en ninguna de ellas) [40].

Existe otra razón concreta para dudar que Brennan fuese realmente la fuente de aquella identificación. En efecto, el propio Brennan declaró después, ante la Comisión Warren, que él mismo había visto al sospechoso en el Depósito de Libros Escolares de Texas «de pie y apoyándose en el reborde de la ventana de la izquierda [en el quinto piso del edificio]». Al pedírsele que describiera lo que había visto de aquel individuo, Brennan respondió: «Probablemente pude observarlo de cuerpo entero, desde las caderas. Pero mientras estaba disparando, [me parece haberlo visto] por encima de la cintura.» [41].

Este descuido en las palabras de Brennan llama la atención sobre el problema fundamental que plantea esta descripción: Es difícil concebir que alguien pueda estimar la talla y peso de un hombre que sólo estaba parcialmente visible en una ventana del quinto piso. Por consiguiente, tenemos razones objetivas para pensar que esa descripción pudo venir de otra fuente y no de Brennan. Sabiendo que esos detalles corporales sólo corresponden con los que aparecen en los expedientes del FBI y de la CIA sobre Oswald, parece justificado pensar que esa fuente desconocida se basó en expedientes secretos del gobierno.

El 22 de noviembre, como pudimos comprobar, se produjo una interacción entre los canales [de radio] de la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA) y del Departamento de Policía de Dallas gracias al dispositivo portátil de la WHCA que Lawson había instalado en el vehículo que encabezaba el cortejo presidencial [42]. A través de la radio de la policía, ese vehículo estaba en contacto con el vehículo-piloto, que iba delante y donde viajaba el subdirector del Departamento de Policía de Dallas Lumpkin –oficial de la 488ª unidad de reserva de la Inteligencia Militar [43]. Paralelamente, como ya hemos visto, aquel dispositivo de la WHCA estaba en contacto con el centro neurálgico de la COG, en Mount Weather, Virginia. Y esta base disponía de los sistemas de comunicación confidenciales capaces de transmitir información proveniente de los expedientes secretos de inteligencia sin que ningún otro sector del gobierno fuese alertado de ello.

Abramos ahora un instructivo paréntesis sobre el contexto del asesinato del presidente Kennedy. Hoy está claramente comprobado que, en 1963, Kennedy estaba tan inquieto ante «la amenaza de una traición de la extrema derecha» que convenció al realizador hollywoodense John Frankenheimer «de adaptar al cine [la novela] Siete días de mayo» [44]. En Siete días de mayo, «un carismático oficial superior, el general de la fuerza aérea de Estados Unidos James Mattoon Scott, tiene intenciones de organizar un golpe de Estado. (…) Según su plan, una unidad combatiente secreta del US Army llamada ECOMCON (Emergency COMmunications CONtrol) toma[ría] el control de las redes de telefonía, radio y televisión, mientras que los elementos sediciosos dirig[irían] el ejército, los medios [de prensa] y sus estaciones en el Congreso desde “Mount Thunder” (una base de la COG inspirada en la de Mount Weather)».

Es también de público conocimiento que, en 1963, el presidente Kennedy había causado gran descontento entre la derecha del tablero político, en gran parte debido a su voluntad cada vez más evidente de acercamiento a la Unión Soviética. El complot que se describe en la novela Siete días de mayo y en su adaptación cinematográfica refleja las inquietudes de los liberales ante generales como Edwin Walker, quien había dimitido en 1961 después de que Kennedy criticara su activismo político en el seno del ejército de Estados Unidos. Walker había divulgado entre sus soldados documentos de la extremadamente conservadora John Birch Society y les había dado instrucciones para que votaran por determinados candidatos de derecha [45]. Pero podemos suponer que Kennedy no tenía pruebas concretas sobre un golpe de Estado fomentado desde Mount Weather. De haberlas tenido, es poco probable que se hubiese conformado con estimular el rodaje de un largometraje de ficción.

Es importante señalar que, a pesar de que los elementos de la COG como la base de Mount Weather estuviesen vinculados al Pentágono, el correspondiente «gobierno de la sombra» no estaba en lo más mínimo bajo control del ejército. Al contrario, el presidente Eisenhower se había asegurado de que la dirección del ejército fuera diversa y elitista, de manera que entre sus planificadores se encontraran algunos de los principales jefes de empresas de Estados Unidos –como el presidente de CBS Frank Stanton [46]. Por lo que se sabe sobre la conducción de la COG durante las décadas posteriores a la elección de Ronald Reagan, en 1981, ese «gobierno de la sombra» todavía incluía varios presidentes de transnacionales, como Donald Rumsfeld y Dick Cheney, así como 3 ex directores de la CIA: Richard Helms, James Schlesinger y George Bush padre [47].

En 1987, Alfonso Chardy escribió que ese «casi gobierno paralelo», que permitió a Oliver North dirigir las operaciones clandestinas del caso Irán-Contras, también había desarrollado «un plan de urgencia secreto [,] que proponía la suspensión de la Constitución, transfiriendo el control de Estados Unidos a la FEMA» [48]. Ese mismo año, North fue interrogado sobre esa acusación durante las audiencias parlamentarias sobre el Irángate; pero Daniel Inouye, el senador que presidía aquella Comisión del Congreso, le impidió responder esa pregunta en sesión pública.

Más tarde, después de haber investigado sobre el poderoso grupo de planificación de la COG, la CNN lo calificó de «gobierno oculto [basado en Estados Unidos y] del que ustedes no saben nada» [49]. El periodista y autor James Mann subrayó su continuidad militarista, que no se modificó en nada durante las alternancias presidenciales en la Casa Blanca:
«Cheney y Rumsfeld eran, en cierta medida, elementos del dispositivo de seguridad nacional permanente pero enmascarado de Estados Unidos, que vive en un mundo donde los presidentes se suceden pero donde su país se mantiene en guerra perpetua.» [50].
Yendo mucho más lejos, el reportero Andrew Cockburn citó una fuente del Pentágono para demostrar que durante la presidencia de Clinton un grupo de planificadores de la COG se componía, por primera vez, «casi exclusivamente de halcones republicanos». Según la fuente de Cockburn, de muy alto nivel, 
«“se podría hablar de un gobierno secreto a la espera su turno. La administración Clinton se mantuvo extraordinariamente indiferente a eso, [no tenían] idea alguna de lo que allí sucedía”» [51].
La descripción que aquel alto responsable del Pentágono hacía de los planificadores de la COG como «un gobierno secreto que esperaba su turno» durante la presidencia de Clinton –equipo del que todavía formaban parte Cheney y Rumsfeld– está muy cercana a la definición de una «facción» o de una «camarilla» (o sea, de un grupo unido por un pacto secreto para provocar un cambio o derrocar un gobierno). Durante la presidencia de Jimmy Carter pudo observarse una situación similar. En aquel momento, varios de los futuros protagonistas del Irángate –como George Bush padre y el ex oficial de la CIA Theodore Shackley– se vincularon con jefes de servicios secretos extranjeros en lo que se ha dado en llamar el Safari Club. Su objetivo común era «colaborar fuera de la supervisión del Congreso y de la agencia con [el embajador de Estados Unidos en Irán y ex director de la CIA Richard] Helms, así como con sus hombres más leales» [52]. Esa red comenzó a apoyar fuerzas de guerrillas en África –como la UNITA de Jonas Savimbi en Angola–, sabiendo que aquellas operaciones no contarían con apoyo de la CIA, encabezada sucesivamente por William Colby y Stansfield Turner bajo la administración Carter [53].

Algunas figuras claves del Safari Club –como el jefe de la inteligencia exterior de Francia (SDECE) Alexandre de Marenches– colaboraron con el director de la CIA William Cassey, George Bush padre y Theodore Shackley en lo que se ha dado en llamar la «contrasorpresa republicana» de octubre de 1980, cuyo objetivo era impedir la reelección de Jimmy Carter. Aquel plan consistía en hacer fracasar los intentos de la Casa Blanca por repatriar los rehenes de la embajada de Estados Unidos en Teherán antes de la elección presidencial negociando, entre los republicanos y los iraníes, un acuerdo favorable para ambas partes. Finalmente, los rehenes fueron liberados sólo horas después de la investidura del presidente Reagan, el 20 de enero de 1981 [54].

Aquel golpe bajo de los republicanos fue el tercer acontecimiento profundo estructural en la Historia reciente de Estados Unidos, después del asesinato del presidente Kennedy y del Watergate, pero antes del Irangate y del 11 de septiembre. Aquellos contactos ilícitos con Irán fueron iniciados en 1980 por lo que podríamos llamar el «grupo de la contrasorpresa de octubre» que acabamos de describir. Para retomar un término utilizado por Alfonso Chardy, aquella fue la «génesis» de las ventas de armas del Irán-Contras, que fueron supervisadas por los planificadores de la COG/Mount Weather entre 1984 y 1986 [55].

En una importante entrevista con el periodista de investigación Robert Parry, el oficial retirado de la CIA Miles Copeland afirmó que una «CIA dentro de la CIA» había inspirado aquel golpe bajo de 1980 porque había «llegado a la conclusión de que Carter tenía que salir de la presidencia por el bien del país», según los términos del propio Copeland [56]. Copeland declaró abiertamente a Robert Parry que él mismo compartía la opinión de que Jimmy Carter «representaba un gran peligro para la nación». Y el ex agente del Mossad Ari Ben-Menashe declaró a Parry que el propio Copeland en realidad era el «instigador» del acuerdo «armas por rehenes» adoptado en 1980 y que él había «negociado la cooperación de los republicanos con Israel» [57]. Finalmente, Copeland y su cliente Adnan Khashoggi, de quien era consejero, contribuyeron a iniciar las ventas de armas a Irán de 1984-1985 –con ayuda de Theodore Shackley.

Sin embargo, al igual que Fletcher Knebel, quien en su libro Siete días de mayo subestimó la preeminencia militar de la COG en la administración de Mount Weather, Copeland pudo haberse equivocado sobre la exclusividad del papel de la CIA en el grupo de la contrasorpresa de octubre. En mi libro La Route vers le nouveau désordre mondial, yo sugerí que esa red de la CIA estaba vinculada al «Proyecto Alfa», que trabajaba entonces con David Rockefeller y el Chase Manhattan Bank sobre los temas vinculados a Irán. En aquella época, aquel desconocido círculo estaba bajo la supervisión de John J. McCloy, un personaje clave del establishment en Washington [58].

Concluiré este artículo citando nuevamente a James Mann, para quien la administración de la COG en Mount Weather era para Estados Unidos un «dispositivo de seguridad nacional permanente pero disimulado (…) en un mundo donde los presidentes se suceden pero donde su país está en guerra perpetua.» [59]. Como hemos analizado, ese liderazgo oculto estaba garantizado por una red de ex cuadros de la CIA y de dirigentes civiles. Así que invito a mis lectores a plantearse la posibilidad de que ciertos elementos de ese círculo hayan podido constituir un «gobierno secreto a la espera de su turno», no sólo durante las presidencias de Clinton –en los años 1990– o de Carter –en 1980– sino también durante la administración Kennedy, en noviembre de 1963.

Peter Dale Scott

Fuente.


[1] Peter Dale Scott, L’État profond américain: la finance, le pétrole et la guerre perpétuelle [En español, “El Estado profundo estadounidense: la finanza, el petróleo y la guerra perpetua] (Éditions Demi-Lune, Plogastel-Saint-Germain, 2015), p.1.

[2] Una relación exhaustiva de las anomalías cuya existencia podemos comprobar tanto en el asesinato de John F. Kennedy como en los acontecimientos del 11 de septiembre de 2001 aparece en el libro de Peter Dale Scott, The War Conspiracy: JFK, 9/11, and the Deep Politics of War (Skyhorse, New York, 2013), pp.341-96.

[3] La NSA o National Security Agency (Agencia de Seguridad Nacional), es el órgano de la inteligencia estadounidense a cargo de la intercepción y escucha ilegales de las comunicaciones, incluyendo las redes internacionales de comunicaciones, actividades encubiertas reveladas en 2013 por el contratista estadounidense Edward Snowden, hoy refugiado en Rusia. Nota de la Red Voltaire.

[4] Tim Shorrock, Spies for Hire (Simon & Schuster, Nueva York, 2008), p.6.

[5] Alfonso Chardy, “Reagan Aides and the Secret Government”, Miami Herald, 5 de julio de 1987: 
«Algunos de los principales consejeros del presidente Reagan manejaron lo que era prácticamente un gobierno paralelo fuera de las agencias y ministerios tradicionales del gabinete, y lo hicieron desde el inicio de la administración Reagan, según las conclusiones de los investigadores del Congreso y de la administración.»
[6] Al interrogar a Oliver North, el jurista de la comisión investigadora sobre el escándalo Irán-Contras, Arthur Liman, le «hizo repetir (…) que esa maniobra destinada a desviar la atención había sido idea de[l director de la CIA William] Casey» (Arthur Liman, Lawyer: A Life of Counsel and Controversy, Public Affairs, Nueva York (1998), p.341).

[7] James Bamford, A Pretext for War: 9/11, Iraq, and the Abuse of America’s Intelligence Agencies(Doubleday, Nueva York, 2004), p.72.

[8] Peter Dale Scott, La Route vers le nouveau désordre mondial: 50 ans d’ambitions secrètes des États-Unis (Éditions Demi-Lune, París, 2010), pp, 294-6, pp.301-14.

[9] Bob Woodward y Carl Bernstein, All the President’s Men (Simon and Schuster, Nueva York, 1974), p.23.

[10] Bob Woodward y Carl Bernstein, All the President’s Men (Simon and Schuster, Nueva York, 1974), p.23.

[11] John Dean, Worse Than Watergate: The Secret Presidency of George W. Bush (Little Brown, Nueva York, 2004), p.120. Asimismo, Howard Baker –el republicano más importante de la Comisión investigadora del Senado sobre el Watergate en 1973– fue integrado después a la dirigencia secreta de la COG (CNN Special Assignment, 17 de noviembre de 1991).

[12] James Mann, Rise of the Vulcans: The History of Bush’s War Cabinet (Viking, Nueva York, 2004), p.142.

[13] El Servicio Secreto de Estados Unidos, (US Secret Service) es la agencia a cargo, fundamentalmente, de garantizar la protección física del presidente de Estados Unidos así como de los principales funcionarios y personalidades de ese país. Dependió del Departamento del Tesoro hasta 2003, año en que pasó a formar parte del Departamento de Seguridad de la Patria (Homeland Security) creado bajo la administración de George W. Bush después de los hechos del 11 de septiembre de 2001. NdlRV.

[14] Audiencias de la Commisión Warren, Volumen 9, p.106 (o 9 ACW p.106); Peter Dale Scott, Deep Politics and the Death of JFK (University of California Press, Berkeley y Los Angeles, 1966), pp.275-6; Russ Baker, Family of Secrets: The Bush Dynasty, the Powerful Forces That Put It in the White House, and What Their Influence Means for America (Bloomsbury Press, Nueva York, 2009), pp.119-22.

[15] 17 ACW p.605 (ou 17 ACW p.605).

[16] 3 ACW p.244.

[17] 4 ACW p.338; cf. 21 ACW pp.768-70.

[18] 7 ACW pp.580-1; cf. 18 ACW p.809, 21 ACWp.571.

[19] «White House Communications Agency»,Signal Corps Regimental History,.

[20] En los años 1990, WHCA proporcionó al ARRB varios testimonios sobre las comunicaciones del 22 de noviembre de 1963 entre Dallas y Washington (Expedientes de la WHCA, NARA #172-10001-10002 en NARA #172-10000-10008). El ARRB también trató de que la WHCA le entregara las cintas originales no alteradas de las conversaciones desde el avión presidencial (Air Force One) durante el regreso de Dallas, también correspondientes al 22 de noviembre de 1963 (Varias versiones editadas y condensadas de esas cintas han estado disponibles desde los años 1970 en la biblioteca Lyndon Baines Johnson, en Austin, Texas.). Pero ese intento fue infructuoso: «Las numerosas solicitudes escritas y orales del Comité de Estudios a la Agencia de Comunicaciones de la Casa Blanca (WHCA) fueron infructuosas. La WHCA no fue capaz de mostrar ni un solo archivo que aclarase el origen de las cintas editadas» Ver Assassinations Records Review Board: Final Report, capítulo 6, parte 1, p.116.

[21] 17 ACW p.395.

[22] 17 ACW pp.394-95, p.23; ACW p.841; 17ACW p.368, p.395; Scott, Deep Politics and the Death of JFK, pp.273-4, p.278. El supuesto epiléptico abandonó la ambulancia en cuanto llegó al hospital Parkland (Comisión Warren, documento n°1245, pp.6-10).

[23] 17 ACW p.632; cf. 21 ACW p.580. Testimonio del agente especial [del Servicio Secreto] Winston E. Lawson, 17 ACW p.632; Scott, Deep Politics and the Death of JFK, p.278.

[24] 4 ACW p.354

[25] Richard Pollock, «The Mysterious Mountain»,The Progressive, marzo de 1976; cf. “Mount Weather’s ‘Government-in-Waiting’”.

[26] Russ Baker, Family of Secrets, p.121.

[27] Dee Garrison, Bracing for Armageddon: Why Civil Defense Never Worked (Oxford University Press, Nueva York, 2006), p.46.

[28] 24 ACW p.219.

[29] 24 ACW p.249.

[30] 3 ACW p.82.

[31] Comisión Warren, pieza acusatoria n°1778, 23 ACW pp.383-4.

[32] Comisión Warren, pieza acusatoria n°1778, 23 ACW pp.383-4.

[33] Informe Warren, p.317 (o RW p.317).

[34] 24 ACW p.328.

[35] Ficha de huellas dactilares de Lee Harvey Oswald, 17 ACW p.308. El peso corporal máximo de Oswald fue 68 kilogramos cuando salió del Cuerpo de Marines, en 1959 (19 ACW p.584, p.595).

[36] Informe del FBI redactado por el agente especial Fain, 12 de mayo de 1960, 17 ACW p.706. En ese mismo informe, Marguerite nombró al padre de Oswald como «Edward Lee Oswald», pero su verdadero nombre era Robert Edward Lee Oswald (RW pp.669-70).

[37] Testimonio del inspector Herbert Sawyer, 6ACW pp.321-2: «No recuerdo si era un hombre blanco o si era joven o viejo.» Cf. Cinta grabada del canal 2 de la policía de Dallas a las 12 horas y 25 minutos (23 ACW p.916).

[38] RW p.5.

[39] RW p.145.

[40] Ian Griggs, «Did Howard Leslie Brennan Really Attend an Identification Lineup? ».

[41] 3 ACW p.144.

[42] Testimonio de Winston Lawson (Secret Service), 17 ACW p.630: «Pregunté al oficial Curry por el lugar de estacionamiento del vehículo de cabecera [que se hallaba en el aeropuerto Love Field de Dallas] e instalé [en el vehículo] una radio portátil de la WHCA que [seguidamente] comprobé.»

[43] «El vehículo de cabecera estaba en contacto (…) con el vehículo-piloto a través de la radio de la policía, y con la limusina presidencial gracias a los radios portátiles del Servicio Secreto.» Pamela McElwain-Brown, The Presidential Lincoln Continental SS-100-X”, Dealey Plaza Echo, Vol.3, n°2, p.23 (radio de la policía); Scott, Deep Politics and the Death of JFK, pp.272-5 (Lumpkin).

[44] David Talbot, Brothers: The Hidden History of the Kennedy Years (Free Press, Nueva York, 2007), p.148.

[45] Jonathan M. Schoenwald, A Time for Choosing: The Rise of Modern American Conservatism (Oxford University Press, Nueva York, 2001), pp.100-2.

[46] Hope Yen, «Eisenhower Letters Reveal Doomsday Plan: Citizens Tapped to Take Over in Case of Attack », AP, 21 de marzo de 2004.

[47] Ver, por ejemplo Mann, Rise of the Vulcans, pp.138-40 (Cheney y Rumsfeld); CNN Special Assignment, 17 de noviembre de 1991 (Helms).

[48] Al interrogar a Oliver North, el jurista de la Comisión Investigadora sobre el Irán-Contras, Arthur Liman, le «hizo repetir (…) que esa maniobra de distracción era una idea [del director de la CIA William] Casey» (Arthur Liman, Lawyer: A Life of Counsel and Controversy [Public Affairs, Nueva York, 1998], p.341). Cf. The “October Surprise” Allegations and the Circumstances Surrounding the Release of the American Hostages Held in Iran: Report of the Special Counsel to Senator Terry Sanford and Senator James M. Jeffords of the Committee on Foreign Relations, Senado de Estados Unidos, Volumen 4, p.33 («grupo de la contrasorpresa de octubre»).

[49] CNN Special Assignment, 17 de noviembre de 1991.

[50] Mann, Rise of the Vulcans, p.145.

[51] Andrew Cockburn, Rumsfeld: His Rise, Fall, and Catastrophic Legacy (Scribner, Nueva York, 2007), p.88.

[52] Joseph J. Trento, Prelude to Terror: The Rogue CIA and the Legacy of America’s Private Intelligence Network (Carroll & Graf, Nueva York, 2005), p.61.

[53] Piero Gleijeses, Visions of Freedom: Havana, Washington, Pretoria and the Struggle for Southern Africa, 1976-1991 (The University of North Carolina Press, Chapel Hill, 2013), pp.66-8; Elaine Windrich, «The Laboratory of Hate: The Role of Clandestine Radio in the Angolan War»,International Journal of Cultural Studies 3(2), 2000.

[54] Alfonso Chardy, «Reagan Aides and the Secret Government», Miami Herald, 5 de julio de 1987: «Bajo la dirección de Richard Allen –el consejero en política exterior del equipo de campaña [de Reagan]–, aquel grupo se creó porque [los republicanos temían] que Carter lograse sacar del sombrero una “sorpresa de octubre”, como un acuerdo de último minuto para que los rehenes fuesen liberados antes de la elección del 4 de noviembre [de 1980]. Una de las primeras gestiones del grupo fue organizar un encuentro con un hombre que decía representar a Irán, que proponía liberar a los rehenes [después de la elección de] Reagan. Allen –[su] principal consejero (…) en materia de seguridad nacional– y otro asistente de campaña llamado Laurence Silberman revelaron en abril [pasado] ese encuentro al Miami Herald. Afirmaron que McFarlane, quien era por entonces uno de los adjuntos en la Comisión senatorial sobre las fuerzas armadas, lo organizó y participó en él. Este último [McFarlane] se convirtió después en consejero de Seguridad Nacional de Reagan y tuvo un papel central en el escándalo Irán-Contras. Allen y Silberman aseguraron haber rechazado la oferta de liberar a los rehenes [después de la elección de] Reagan. (El iraní en cuestión era Hushang Lavi. Después de su muerte, Robert Parry pudo confirmar, gracias a la agenda del difunto, que aquel encuentro había tenido lugar.)

[55] Alfonso Chardy, «Reagan Aides and the Secret Government», Miami Herald, 5 de julio de 1987.

[56] «America’s False History Allows the Powerful to Commit Crimes Without Consequence», entrevista de Robert Parry por Mark Karlin,Truth Out, 15 de enero de 2013.

[57] Robert Parry, Trick or Treason: The October Surprise Mystery (Sheridan Square Press, Nueva York, 1993), p.175.

[58] Scott, La Route vers le nouveau désordre mondial, pp.124-7, p.132-3. Un personaje clave del «Proyecto Alfa» fue Archibald Roosevelt, un jubilado de la CIA y amigo de Copeland, quien en 1980 era enemigo de Carter y empleado del Chase Manhattan Bank.

[59] Mann, Rise of the Vulcans, p.145.