Solzhenitsyn

“Los dirigentes bolcheviques que tomaron Rusia no eran rusos, ellos odiaban a los rusos y a los cristianos. Impulsados por el odio étnico torturaron y mataron a millones de rusos, sin pizca de remordimiento… El bolchevismo ha comprometido la mayor masacre humana de todos los tiempos. El hecho de que la mayor parte del mundo ignore o sea indiferente a este enorme crimen es prueba de que el dominio del mundo está en manos de sus autores“. Solzhenitsyn

Izquierda-Derecha

El espectro político Izquierda-Derecha es nuestra creación. En realidad, refleja cuidadosamente nuestra minuciosa polarización artificial de la sociedad, dividida en cuestiones menores que impiden que se perciba nuestro poder - (La Tecnocracia oculta del Poder)

jueves, 12 de marzo de 2015

La CIA y la manipulación del clima. Operación Popeye

En febrero de 2015, la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos junto a otras instituciones publicaron dos informes sobre geoingeniería (propuestas tecnológicas para manipular el clima) que fueron financiados, entre otros, por la CIA estadounidense. Escribí sobre estos informes recientemente (Manipulación climática a la carta)



La CIA y otros sectores del aparato de inteligencia estadounidense han calificado el cambio climático y el control del clima como factores geopolíticos estratégicos y de seguridad nacional. En 2009, la CIA abrió incluso su propio Centro de Cambio Climático y Seguridad Nacional, pero el Congreso le ordenó cerrarlo en 2012. Esta es quizá una de las razones por las que decidió patrocinar este proyecto de la Academia de Ciencias desde 2013. Muchas de las tecnologías propuestas como geoingeniería tienen alto potencial de utilización hostil.

Al respecto, Alan Robock, climatólogo de la Universidad de Rutgers, Estados Unidos, que investiga el tema de la geoingeniería, expresó preocupación sobre la participación de la CIA en estos informes. (The Guardian 17/2/2015).

El 19 de enero de 2011, Robock recibió una llamada de los consultores de la CIA Roger Lueken y Michael Canes, que le preguntaron, entre otras cosas, si otros países estuvieran tratando de controlar nuestro clima, ¿sería posible detectarlo? Robock contestó que si se intentara hacer una nube volcánica artificial en la estratosfera –una de las propuestas sobre las que más se insiste– que fuera lo suficientemente grande, gruesa y duradera como para afectar el clima, seguramente se vería con instrumental desde tierra. Otros tipos de geoingeniería, como blanqueamiento de nubes o naves que arrojen partículas en la atmósfera se podrían detectar probablemente desde satélites y sistemas de radar existentes. Pero la pregunta que le quedó pendiente a Robock es si en realidad esas preguntas, más que por la seguridad nacional de Estados Unidos, estaban dirigidas a saber si otros países podrían advertir si la CIA manipulara el clima.

La manipulación del clima como arma de guerra ha estado en la agenda de las fuerzas militares de Estados Unidos –y otras grandes potencias– por décadas. Por ejemplo, la Operación Popeye, usada durante la guerra de Vietnam y ahora desclasificada, hizo llover por mucho tiempo para inundar los caminos y arruinar los cultivos de arroz de los vietnamitas en resistencia. Desde esos años se conocen también varios proyectos del gobierno de Estados Unidos para controlar huracanes, que a diferencia de la Operación Popeye, no han sido referidos por ellos como uso bélico, pero igualmente tienen ese potencial. En 1996, la Fuerza Aérea de Estados Unidos publicó un informe más amplio sobre manipulación climática, titulado sugestivamente "El tiempo atmosférico como multiplicador de la fuerza: poseyendo el clima en 2025".

Robock señala que en el último Examen cuadrienal de defensa, publicado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos en 2014, se reafirma que el cambio climático es una amenaza importante para Estados Unidos y el resto del mundo. El documento afirma:
“Las presiones causadas por el cambio climático influenciaran la competencia por recursos, al tiempo que colocan cargas adicionales sobre las economías, las sociedades y las instituciones de gobierno en el mundo. Estos efectos son multiplicadores de amenazas que agravan los factores de presión en otros países, como la pobreza, la degradación ambiental, la inestabilidad política y las tensiones sociales –condiciones que pueden llevar a actividades terroristas y otras formas de violencia”.
No es sorprendente, aunque sí muy amenazante, que un gobierno que se dedica a promover la guerra por todo el mundo, alimentado y alimentando al mayor complejo militar-industrial del globo, se proponga usar también el clima para sus fines.

Lo que quizá está un poco fuera del radar público es que a través de informes científicos como estos están intentando vender al mundo que es necesaria la geoingeniería, aduciendo que es para enfrentar al cambio climático. Un cambio que por cierto, es en alto grado provocado por ellos mismos.

La propuesta de estos informes (más investigación y posible experimentación en geoingeniería) no sólo desvía recursos y atención de la necesidad urgente de frenar los gases de efecto invernadero y por tanto, salir del modelo dominante industrial de producción y consumo. Además intenta pasar de contrabando la legitimación de tecnologías muy peligrosas que si fueran presentadas como armas de guerra, serían rechazadas masivamente por la comunidad internacional. Justamente, luego de la guerra de Vietnam, se firmó un Convenio de Naciones Unidas, abreviado Convenio ENMOD, que prohíbe el uso del clima y el medio ambiente como armas de guerra.

Sin embargo, presentadas como tecnologías para combatir al cambio climático, han conseguido que científicos y gobiernos las estén discutiendo, cuando deberían ser claramente descartadas y prohibida su experimentación.

¿O alguien puede creer que las mismas tecnologías de geoingeniería, que durante décadas han sido pensadas como armas, ahora serían usadas por países como Estados Unidos solamente para combatir el cambio climático? Y eso además de que sea cual sea el fin que le atribuyan sus promotores, la geoingeniería tendría impactos devastadores sobre regiones enteras y el potencial de desequilibrar aún más el clima global.

Silvia Ribeiro es Investigadora del Grupo ETC

Más información en : www.etcgroup.orghttp://www.geoengineeringmonitor.org/
http://www.alainet.org/active/81347


Operación Popeye: Cambio climático con fines bélicos. La guerra secreta del monzón
La modificación del clima con fines bélicos (Operación secreta desclasificada). Fuente: La Última Batalla

La Operación Popeye, desarrollada por los EE.UU, entre los años 1967 y 1972, se puede considerar como el primer uso sistemático y hostil, conocido en la historia, de las técnicas de modificación ambiental, en el marco de la guerra del Sudeste Asiático. Esta operación fue desclasificada, bajo la presión del Congreso estadounidense, en el año 1974.



Esta operación fue desarrollada por el Ejército Estadounidense durante la Guerra de Vietnam. Se inició el 20 de Marzo de 1967, hasta el 5 de Julio de 1972. Su objetivo era prolongar la duración de la estación de monzón sobre Laos, concretamente por el territorio por el cual discurría la ruta Ho Chi Minh.

El Ho Chi Minh era un trayecto logístico controlado por la República Democrática de Vietnam (Vietnam del Norte) y que discurriendo por territorio de Laos y Camboya, llegaba a la República de Vietnam (Vietnam del Sur). Gracias al Ho Chi Minh se proporcionaba mano de obra y material de guerra al Frente Nacional para la Liberación de Vietnam del Sur (NLF), al Vietcong y a la Milicia Nacional de Vietnam (PAVN).

Para dificultar el tráfico de suministros que aportaba esa ruta, la 54ª Escuadrilla de Reconocimiento Meteorológico, sembró el cielo con Ioduro de Plata para que el periodo de lluvias aumentara un promedio de 30 a 45 días. Se pretendía que la lluvia provocara desprendimientos sobre las calzadas, que los ríos se desbordaran y que el terreno quedara impracticable para el tránsito de camiones.

Este controvertido proyecto fue aprobado por el Departamento de Estado y por el Departamento de Defensa Estadounidense. Los aspectos técnicos fueron verificados por el Dr. Donald F. Hornig, Consejero del Presidente en asuntos de Ciencia y Tecnología. El Gobierno de Laos no fue informado del proyecto, métodos a usar, ni de sus objetivos, y aunque el Secretario de Defensa Robert S. McNamara, era consciente de que la comunidad científica internacional podría poner objeciones, apuntó al Presidente que ante todo privaban las actividades militares consideradas, como en este caso, parte importante de la Seguridad Nacional.

En Octubre de 1966, del Proyecto Popeye fue testeado en una franja de Laos, concretamente al este de la meseta de Bolovens, cerca del valle del río Se Kong. De las 50 nubes que se formaron, un 82% produjó lluvia de forma rápida. Fue todo un éxito, pasando del status de experimento, a formar parte como programa operacional del Departamento de Defensa.

Comenzando el 20 de marzo de 1967 y durante la estación lluviosa (Marzo hasta Noviembre) hasta el año 1972, tres aviones C-130 y dos F4-C partieron desde la Base de la Fuerza Aérea Tailandesa situada en Udorn, dos veces por día.

Los vuelos eran oficialmente misiones de reconocimiento, las tripulaciones eran rotatorias y formaban parte de la 54ª Escuadrilla de Reconocimiento Meteorológico estacionada en la isla de Guam, siendo su cometido teórico la realización de un parte meteorológico.

Si bien el área inicial de operaciones era sólo una zona de Laos, el 11 de Julio de 1967 se amplió al Norte del Paralelo 20, incluyendo parte de Vietnam del Norte. En Septiembre de ese mismo año se incluyó también el valle de A Shau en Vietnam del Sur. En dos ocasiones, y durante 1968 diversas zonas de Vietnam del Norte fueron incluidas como objetivo, pasando a ser en pocos meses zonas no operativas al coincidir con restricciones a los bombardeos convencionales. En 1972, la mayoría del Noreste de Camboya fue añadido también como área operacional.

El periodista Jack Anderson mencionó la Operación Popeye en Marzo de 1971, basándose en un documento secreto de 1967 dirigido al presidente Jonhson por los Jefes del Estado Mayor del Ejército. Miembros del Congreso presionaron al Pentágono para que revelase los detalles del programa para modificar la meteorología, siendo el Senador Claiborne Pell, Presidente de la Subcomisión del Senado sobre los Océanos y Medio Ambiente, y más tarde presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores, el motor de ese esfuerzo.

Este tipo de operaciones supusieron una fuente de preocupación porque se consideraba que podía suponer la apertura a un nuevo y peligroso tipo de guerra. Los fuertes tifones y lluvias que asolaron Vietnam del Norte en 1971 añadieron mucha tensión al asunto.

El 23 de de Septiembre de 1971, Pell envió una carta al Departamento de Defensa solicitando información sobre la Operación Popeye. Tras una espera de 4 meses, el Departamento de Defensa se negó a responder sobre la base de que pondría en peligro la Seguridad Nacional.

Pell no se rindió y en Junio de 1972 presentó ante el Senado la Resolución 281 "el Gobierno de los EE.UU. debería buscar el acuerdo de otros gobiernos a la propuesta de un tratado que prohíba el uso del medio ambiente o la modificación de la actividad geofísica como arma de guerra, o la realización de cualquier investigación o experimentación con respecto a ella”. Esta resolución, con pequeñas modificaciones, se aprobó un año más tarde como la Resolución 71, del 11 de Julio de 1973, (se presentaron también resoluciones similares en la Cámara de Representantes).

A comienzos de 1974 se empezó a conocer la verdad. El 28 de Enero en una carta a los senadores, Martin Laird (que había pasado de Secretario de Defensa a Asesor Especial del Presidente Nixon) admitió el programa de modificación del clima en Vietnam. Dijo que su testimonio de 1972 era falso, alegando que no sabía que se estaba desarrollando (recordemos que entonces era el Secretario de Defensa).

El 24 de Marzo de 1974, la operación fue puesta en conocimiento del Senado. Pell junto con otros cargos públicos presionaron para que se hiciera público, cosa que ocurrió el 19 de Mayo de 1974.

En una sesión informativa, los funcionarios militares trataron de minimizar el impacto de la Operación Popeye, argumentando que el aumento de las precipitaciones había sido marginal, afectando “sólo” alrededor del 5% respecto a las precipitaciones de dicha región. Obviamente, los críticos preguntaron por las causas que llevaron a un programa ineficaz a permanecer activo durante más de 5 años.

En total se realizaron 2602 misiones, “sembrando” 47.409 nubes, y con un costo de 21,6 millones de dólares.




lunes, 9 de marzo de 2015

Teoría de la conspiración: una búsqueda de la verdad




por Kevin Barret*

Los propagandistas del Gobierno de los Estados Unidos quieren que odies las “Teorías de la Conspiración”. Sin embargo, como muestra una serie de evidencias, usted tendría que estar loco para hacer lo que ellos quieren.

Dos profesores estadounidenses, Lance DeHaven-Smith y James Tracy, han señalado que la CIA ha convertido los términos “Teoría de Conspiración” y “Teórico de la Conspiración” en un arma para ocultar las fechorías del gobierno. El documento número 1035-960 de la CIA, revelado por el New York Times en 1976, es una pistola todavía humeante.

Este documento secreto fue distribuido por la CIA como una medida ante el generalizado escepticismo que rodeaba el asesinato del presidente John F. Kennedy. Se trata de una orden, dirigida a numerosos medios de comunicación pertenecientes a la CIA, de comenzar a insultar a historiadores, periodistas e investigadores, que habían descubierto que el asesinato de JFK fue un golpe de Estado.

Hoy en día, los principales medios de comunicación están aún más controlados, y usar la “Teoría de conspiración” como arma, se ha desplegado, especialmente después del golpe de Estado del 11 de septiembre de 2001, de forma más masiva que nunca.

Durante los últimos 13 años, miles, millones y ahora miles de millones de personas, se han enterado de que el 11S ha sido un trabajo interno. (Las encuestas demuestran que más de mil millones de musulmanes, casi mil millones de chinos, un tercio de los estadounidenses y un gran número de los europeos ven el 11S como una posible operación de bandera falsa.)

Ahora que la mayoría global exige poner el mito del 11S en tela de juicio, los propagandistas, aterrorizados, han tratado de “detener el contagio” presentando la búsqueda de la verdad como un caso médico. De acuerdo con los operativos de control mental, patrocinados por el Gobierno estadounidense, como John A. Banas y Gregory Miller- los epígonos de tercera categoría de Edward Bernays y Joseph Goebbels en la Universidad de de Oklahoma – la “epidemia de verdad” debe ser detenida mediante la vacunación de la opinión pública. En “Inducir resistencia a la propaganda de la Teoría de la Conspiración: Probar estrategias de Inoculación y Metainoculation”, Banas y Miller usan una metáfora médica para disfrazar el hecho de que están defendiendo el control mental masivo a favor de la traición y crímenes contra la humanidad.

Banas y Miller presentan su programa de vacunación anti-teoría de conspiración como una medida de salud pública. Pero, las pruebas citadas por los profesionales de salud mental, incluyendo Frances Shure, sugieren lo contrario. Al tratar de inyectar al público un bloqueo emocional inconsciente para impedir la consideración racional de las pruebas que rodean el 11S, Banas y Miller están de hecho perjudicando la salud pública.

Frances Shure es la autora de una serie de artículos publicados por Architects and Engineers sobre la verdad del 11S titulada “¿Por qué la buena gente guarda silencio – o peor aún- acerca de 11S?”. En estos artículos, ella señala que la resistencia emocional ante la “Teoría de Conspiración” es una reacción patológica, basada en el miedo que impide el compromiso saludable con la realidad. Absteniéndose de diagnosticar a personas que se resisten a las teorías de conspiración como enfermos mentales, Shure indica que estos, a menudo presentan una preocupante incapacidad para enfrentarse con hechos claros y evidentes:
“¿Cómo, por ejemplo, algunos pueden ver el modo que colapsó el edificio de World Trade Center 7 y no ver lo que está justo delante de ellos – incluso cuando saben acerca de la aceleración de caída libre y las demás características de demolición controlada? Estas personas podrían verse obligadas a intensificar aún más su resistencia con medidas intelectualmente retorcidas para convencerse a sí mismas y a otros de que la demolición no fue controlada. Otros se contentan con ridiculizar a cualquier persona que quiera investigar las evidencias de 11S que contradicen el sagrado mito oficial.”
Como una dramatización de lo que podría llamarse “el síndrome de la negación del edificio WTC 7”, por favor vean el brillante vídeo de Anthony Lawson de youtube “WTC 7: This Is An Orange.”



¿Cómo se puede explicar tal grado de negación? Shure explica diversos factores, entre ellos: Una intrínseca propensión humana a obedecer a la autoridad sin importar lo enfermiza que parece esta actitud, como se ejemplifica en los experimentos de Stanley Milgram y Philip Zimbardo; el proceso de “doble pensamiento” orwelliano de “inducir conscientemente la inconsciencia”; la noción de la deficiencia cognitiva planteada por Leon Festinger es decir, el rechazo de las realidades que están en conflicto con los arraigados valores o suposiciones; los experimentos “de conformidad irracional” de Solomon Asch y Elizabeth Noelle-Neumann; estudios de Irving L. Janis sobre el pensamiento en grupo: evidencia de que algunas de las deficiencias cognitivas tienen raíz en la estructura del cerebro tal y como definen también George Lakoff y otros; teorías de manejar el horror que sugieren que el inconsciente miedo a la muerte conduce a la negación del 11S; y la teoría de detección de señales que demuestra que el “ruido”, como la propaganda de los medios de comunicación puede ahogar incluso las verdades más evidentes.

En los siguientes artículos, Shure continua su análisis a base de los estudios de Seligman sobre la incapacidad aprendida, el estudio de Douglas Rushkoff del control mental en coacción, la obra de Bruce Levine en la patología institucional de la sociedad estadounidense, y otras ideas que estudian las razones de la negación irracional de las personas a comprometerse con la realidad política y social en general, y el 11S en particular.

Aunque el trabajo de Frances Shure sobre la negación de la conspiración es el tratamiento más completo del tema, muchos otros académicos, psicólogos y psiquiatras han descubierto evidencias que apoyan su análisis. Veinte doctores en psicología y psiquiatría que representan universidades como Harvard, Duke, Rutgers, y otros “han concluido que la versión oficial del 11S es falsa, y que aquellos que creen en la versión oficial están bajo el efecto de los mecanismos de defensa. Los 156 miembros del grupo Profesionales Médicos para la Verdad sobre 11S, sin duda, representan sólo una minúscula fracción de los profesionales médicos y psiquiátricos que están de acuerdo, aun que prefieren no exponerse a la ira de las autoridades haciendo pública estas ideas.

Como expliqué el año pasado en un artículo de Presstv llamado “New studies: ‘Conspiracy theorists’ sane; government dupes crazy, hostile,” una lista creciente de estudios psicológicos y publicaciones revisadas por expertos, apuntan hacia la misma conclusión. Los ejemplos incluyen: los estudios de psicólogos británicos Wood y Douglas que demuestran que las personas que se oponen a las teorías de conspiración se comportan como estereotipados sujetos enojados más que las personas que están de acuerdo con la teoría; el trabajo de profesor de psicología Laurie Manwell sobre cómo la supresión de la llamada teoría de la conspiración hace que naciones occidentales “nieguen la democracia”, y la reciente aparición de un nuevo campo académico de estudio de Crímenes de Estado contra la democracia (SCADS, por sus siglas en inglés), incluyendo el asesinato de JFK y el 11 S.

¿Qué pasará cuando el pueblo estadounidense, y los de otros países occidentales, salgan del capullo de la negación y se enfrenten a la realidad de que sus gobernantes son los peores criminales de la historia humana? ¿Seguirán las personas el ejemplo de sus líderes y caerán en la ilegalidad y el comportamiento psicopático? ¿Los líderes occidentales “huirán hacia delante” lanzando guerras diseñadas para ocultar las huellas de sangre que les vinculan con los errores del pasado? ¿O el sistema actual será derrocado y sustituido por algo más humano?

A tales preguntas depende el futuro de la humanidad. Y dada la situación, usted tendría que estar loco para no ayudar a difundir la verdad, cambiar el sistema, y ​​salvar el planeta.

* El Dr. Kevin Barrett es un doctorado Arabista-islamólogo, es uno de los críticos más conocidos de Estados Unidos de la Guerra contra el Terror. El Dr. Barrett ha aparecido muchas veces en Fox, CNN, PBS y otros medios de difusión, y ha inspirado reportajes y artículos de opinión en el New York Times, el Christian Science Monitor, el Chicago Tribune y otras publicaciones líderes. El Dr. Barrett ha enseñado en los colegios y universidades en San Francisco, París y Wisconsin, donde se postuló para el Congreso en 2008. Él es el co-fundador de la Alianza entre musulmanes y cristianos y judíos , y autor de los libros La verdadera Jihad: Mi lucha épica contra las Grandes Mentiras del 9/11 (2007) y El cuestionamiento de la Guerra contra el Terror: Una Guía para los votantes de Obama (2009 ). Su página Web es http://www.truthjihad.com. -

Fuente: HispanTV